Calcio: además de la fabricación/consolidación de los huesos, el calcio interviene en la coagulación de la sangre, la contracción muscular, la conducción nerviosa, la liberación de hormonas, etc.
Cobre: contribuye a la formación de glóbulos rojos, a las defensas inmunitarias, a la mineralización ósea, a la regulación de neurotransmisores, a la producción de melanina
Hierro: favorece la oxigenación de la sangre, permite el transporte de oxígeno por todo el organismo, ayuda al sistema inmunitario, fundamental para la producción de glóbulos blancos.
Yodo: necesario para la producción de hormonas tiroideas.
Magnesio: necesario para la formación de huesos y el normal funcionamiento de nervios y músculos. El funcionamiento normal de muchas enzimas en el cuerpo también depende del magnesio. El magnesio también está relacionado con el metabolismo del calcio.
Manganeso: participa activamente en el metabolismo de los azúcares (equilibrio glucémico) y en la síntesis de lípidos, en particular del colesterol.
Fósforo: ayuda en la formación de huesos y dientes, luego asegura su solidez. Contribuye al equilibrio ácido-base en la sangre.
Potasio: permite la generación de impulsos nerviosos y el equilibrio de líquidos en la célula. Se asocia con el sodio.
Selenio: contribuye a las reacciones de defensa del organismo.
Sodio: permite la transmisión de los impulsos nerviosos y la contracción muscular. Condiciona la cantidad de agua presente en las células y el volumen sanguíneo.
Zinc: estimulación de las defensas inmunitarias, protección contra el envejecimiento celular, mantenimiento de la calidad de la piel, uñas y cabello. Participa en la síntesis de proteínas. Juega un papel en la vista, el gusto y el olfato.
Vitamina A (betacaroteno): contribuye al funcionamiento normal del sistema inmunitario y al mantenimiento de una visión normal.
Vitamina D: aumenta las concentraciones de calcio y fósforo en la sangre. Mantiene un nivel suficiente de calcio en la sangre, lo que asegura una mineralización óptima de los tejidos, en particular huesos, cartílagos y dientes.
Vitamina E: Potente antioxidante que protege al organismo del daño celular. Protege contra enfermedades crónicas, como enfermedades cardíacas y cáncer.
Vitamina K: activa las proteínas que intervienen en la coagulación de la sangre. Permite el correcto funcionamiento de la vitamina D.
Vitamina C: defiende el organismo frente a infecciones virales y bacterianas, protege la pared de los vasos sanguíneos, permite la asimilación del hierro, tiene acción antioxidante (captura de radicales libres), favorece la cicatrización...
Vitamina B1: permite la producción de energía (acetato) a partir de los hidratos de carbono. Degrada el alcohol. Esencial para el funcionamiento del cerebro y de todo el sistema nervioso.
Vitamina B2: interviene en el metabolismo de los hidratos de carbono, lípidos y proteínas y en la oxidación de la glucosa, responsable de la liberación de energía.
Vitamina B3: libera energía e interviene en el buen funcionamiento del sistema nervioso
Vitamina B6: interviene en la síntesis de glóbulos rojos y en la formación de hemoglobina. Reduce la fatiga
Vitamina B9: también llamada ácido fólico, juega un papel esencial en la producción de material genético (ADN, ARN) y aminoácidos necesarios para el crecimiento celular. Permite que el cuerpo utilice el hierro.
Vitamina B12: interviene en el proceso de división celular. Contribuye al metabolismo energético normal.
Para estar sano, nuestra dieta debe tener en cuenta todos estos elementos y para perder peso de forma sostenible, debemos gozar de una buena salud.